viernes, 19 de enero de 2007

Capítulo 1: El final

He vuelto. La cama esta limpia y huele a mí. El cepillo de dientes más blando. Mi espejo me confirma que aunque el fin de semana de paréntesis ha ayudado, mis huesos se marcan en exceso. Las estrellas de mi cuarto siguen sin evaporarse, aunque tengo un nuevo planeta a mi lado que huele al mar de Almuñecar. La pintura de Klimt se ha quedado en el mes anterior; el jabón de manos huele a una suite en la que pasé pocas horas pero intensas. Aquí sigue haciendo demasiado frío, y una pila de ropa y un trabajo de tres días me esperan obviando mi ansiedad. Las caras en las fotos miran igual, sin saber que mi quemador y mi taza se rompieron, y que ya nunca volveré a ser la misma.

Volví para saber si quería volver, y para sentir que todo aquello tan bueno había sido real. Me dejó su casa y sus amigas, y me ha prometido una visita a esta ciudad, para traerme un trocito de aire fresco, de Graná. Me ofrecen cama y amistad de la de verdad, futuros profesionales juntas que seguro que funcionarían. Me ofrecen quedarme, con la promesa de que jamás sentiré que me falta todo lo demás. Me venden Granada con un brillo en los ojos que hace imposible dudar, así seguiré más cerca su boda. Siento que podría quedarme horas dentro de esa estrella azul, escuchándole cantar, y rodeada de ellos, desconocidos pero amigos. Gracias Berta.
Pero me tengo que quedar. Esta es mi realidad, y sólo cuando esté resuelta, decidiré si es Granada u otra ciudad. Eso sí, Granada ya esta dentro, con todo lo demás.

(Octubre 2006)

No hay comentarios: