CENIZA
Te hubieras ido y habría llorado
todo el agua de mi cuerpo
toda la sangre de mi alma
hasta consumir
todo el fuego de mi corazón.
VIDA
La vida es un largo camino
y lo recorro, sereno,
con la esperanza del día siguiente,
destino indomable.
(W)
domingo, 25 de marzo de 2007
jueves, 22 de marzo de 2007
PEDAZOS
A veces hay que hacer trizas
el papel
Y arrojarlo al suelo
Dejar que el viento
Se lleve los pedazos
Las mentiras
ajenas y
propias
los futuros rotos
y
los
futuros
falsos.
La papelera es un destino injusto
Romper el papel
Y dejar que el viento
Y la lluvia, y los pasos
De la gente
Y los gorriones
urbanos
Y los gatos
Callejeros y
Los perros caseros,
Y los borrachos
Tan
Sabios y
los barrenderos
tan fríos
decidan
donde irán a morir los sueños.
(J. Percipied)
el papel
Y arrojarlo al suelo
Dejar que el viento
Se lleve los pedazos
Las mentiras
ajenas y
propias
los futuros rotos
y
los
futuros
falsos.
La papelera es un destino injusto
Romper el papel
Y dejar que el viento
Y la lluvia, y los pasos
De la gente
Y los gorriones
urbanos
Y los gatos
Callejeros y
Los perros caseros,
Y los borrachos
Tan
Sabios y
los barrenderos
tan fríos
decidan
donde irán a morir los sueños.
(J. Percipied)
miércoles, 21 de marzo de 2007
PASO DE NEGAR LA VERDAD PRIMERA DE LA PRIMAVERA
Paso de medias mentiras,
de pasar de largo por la vida,
de amor al por mayor y a plazo fijo,
de vender en oferta lo que escribo,
de taparles el pico a las palomas,
de pescar olas y envasarlas al vacío,
resto y sigo...
Paso de saberme un enemigo,
de abrazos de lejos y golpes de cerca,
de que le pongan cerca a las aceras,
de quemar la cera de las alas de los niños...
Paso de negar la verdad primera de la primavera,
de callar cuando grito,
de este cielo marchito de escopetas y banderas,
de que arda la madera de mi espalda...
de las trampas que me tiendes
con la legua y con los dientes...
Y gracias por todo...
Y gracias por nada...
de pasar de largo por la vida,
de amor al por mayor y a plazo fijo,
de vender en oferta lo que escribo,
de taparles el pico a las palomas,
de pescar olas y envasarlas al vacío,
resto y sigo...
Paso de saberme un enemigo,
de abrazos de lejos y golpes de cerca,
de que le pongan cerca a las aceras,
de quemar la cera de las alas de los niños...
Paso de negar la verdad primera de la primavera,
de callar cuando grito,
de este cielo marchito de escopetas y banderas,
de que arda la madera de mi espalda...
de las trampas que me tiendes
con la legua y con los dientes...
Y gracias por todo...
Y gracias por nada...
[...]
(Hoy o Por no molestar. Luis Ramiro)
martes, 20 de marzo de 2007
18 DE MARZO DE 2007
El aire me golpeó en la cara. Por lo menos era otra ciudad. Y sólo tuve que bajar las escaleras. La pantalla del ordenador estaba clavada en mi cabeza. La sensación de mareo persistía y por un momento pensé en volver por si las náuseas se repetían y acababa vomitando en la calle.
Comencé a andar con dos euros en una mano y el teléfono en la otra. Me vi en aquella plaza, llena de gente en manga corta con toallas de playa y sus caras hacia el sol. Yo tenía frío con mi cazadora y escondía mis ojos rojos de mirada desencajada detrás de mis gafas de sol. La plaza con esa luz, con el bullicio, estaba realmente bonita. No olvidaré esa imagen y las voces que mis oídos escuchaban a lo lejos.
No me sentía sola, ellos estaban al otro lado. Ella me animaba. Mi amiga me serenaba, me razonaba. Y él, como siempre, era yo. Me sentía enferma. Dolor físico. Frío, la cara caliente. Como en un estado febril. Anduve por las calles y sé que miré quioscos, que compré tabaco. No recuerdo bien el recorrido, ni el tiempo que estuve. Pensé en coger el coche e irme, pero decidí quedarme más de lo hablado, y así me forzaría a no pensar.
No sé que sucedió después. Me vi de nuevo al lado de la plaza, con ellos, la gente pasaba muy cerca, viejos que empujaban. Me tuve que agarrar a su brazo para no caerme. Él observaba mis pasos débiles y yo cerraba los ojos pidiendo poder volar. O caer redonda y amanecer con amnesia.
El estado febril pasó a ser angustia. Como la que de niña sentía al no ver a mi madre en la ventana antes de ir al colegio. Esa que necesita de atenciones, de protección. Una presión en el pecho que desapareció con la primera calada del último porro. Después supongo que me dormí. Y me desperté.
En el kilómetro 120 sonreí por primera vez. Una sensación de ligereza se apoderó de mí. Y esa seguridad que me caracteriza y que tanto escuece volvió a salvarme. Vi todo claro. Y me sentí muy fuerte. Y libre.
Comencé a andar con dos euros en una mano y el teléfono en la otra. Me vi en aquella plaza, llena de gente en manga corta con toallas de playa y sus caras hacia el sol. Yo tenía frío con mi cazadora y escondía mis ojos rojos de mirada desencajada detrás de mis gafas de sol. La plaza con esa luz, con el bullicio, estaba realmente bonita. No olvidaré esa imagen y las voces que mis oídos escuchaban a lo lejos.
No me sentía sola, ellos estaban al otro lado. Ella me animaba. Mi amiga me serenaba, me razonaba. Y él, como siempre, era yo. Me sentía enferma. Dolor físico. Frío, la cara caliente. Como en un estado febril. Anduve por las calles y sé que miré quioscos, que compré tabaco. No recuerdo bien el recorrido, ni el tiempo que estuve. Pensé en coger el coche e irme, pero decidí quedarme más de lo hablado, y así me forzaría a no pensar.
No sé que sucedió después. Me vi de nuevo al lado de la plaza, con ellos, la gente pasaba muy cerca, viejos que empujaban. Me tuve que agarrar a su brazo para no caerme. Él observaba mis pasos débiles y yo cerraba los ojos pidiendo poder volar. O caer redonda y amanecer con amnesia.
El estado febril pasó a ser angustia. Como la que de niña sentía al no ver a mi madre en la ventana antes de ir al colegio. Esa que necesita de atenciones, de protección. Una presión en el pecho que desapareció con la primera calada del último porro. Después supongo que me dormí. Y me desperté.
En el kilómetro 120 sonreí por primera vez. Una sensación de ligereza se apoderó de mí. Y esa seguridad que me caracteriza y que tanto escuece volvió a salvarme. Vi todo claro. Y me sentí muy fuerte. Y libre.
lunes, 19 de marzo de 2007
Spa Salmantino
martes, 6 de marzo de 2007
Pinceladas
El colmo de la nostalgia es no querer lavar el coche porque te da pena que desaparezca cada miga que allí se cayó, algún trocito de chorizo, manchas de coca cola...
Los que quiero cumplen años y aún así los días nacen muertos. El sillón, la autocompasión y el hastío te atrapan. En un intento de superación vas al cine. Uno va al cine solo y no quiere que una señora se siente al lado para comentar al final la película. Quizá acabes así, de manera que terminas dándole conversación.
La música es buena, hacía tiempo que no ponían algo así. Es una pena que tu estado de ánimo no te permita bailar. Buscas ese brazo que como a los diecinueve te hace sentir segura. A diferencia de entonces, ahora hay dos brazos más y un pisito al que poder huir.
Te ves abriendo vidas ajenas delante del ordenador. Unas, adolescentes que te hacen recordar, quizá ellas son también raras en su mundo de descubrimientos. Otros a los que intentas poner nombres y formas de ser por las fotos. Quizá no le vuelvas a ver en tu vida, sólo intercambias música y palabras y de repente te ves preguntándote cuántas veces se habrá enamorado, si dormirá bien, por qué no sale más hombres que él en las fotos familiares, y si será tan cotilla como tú. Diariamente acudes a su pequeño viaje infinito para observar por un agujero que todo va bien. Escuece en tu silencio.
El sillón y tu vena voyeur te vuelve a atrapar y te ves viendo un video de un día feliz, y de nuevo fantaseando sobre vidas ajenas que unas horas se cruzaron contigo y que necesitan clases de inglés.
A pesar de las horas delante del ordenador, te ves incapaz de escribir y saber de aquellos que hacen la vida lejos de ti. Ni siquiera lo haces a los de 24 horas.
En la cama, te muerdes los dedos, luchas con el edredón, escribes esto, vuelves a Los subterraneos...cualquier cosa para no escribir mensajes sin parar por creer que eso te hará conciliar el sueño.
Sólo queda cerrar los ojos, concentrarse en la punta del pie y cruzar los dedos para que mañana no sea para tirar a la basura.
Los que quiero cumplen años y aún así los días nacen muertos. El sillón, la autocompasión y el hastío te atrapan. En un intento de superación vas al cine. Uno va al cine solo y no quiere que una señora se siente al lado para comentar al final la película. Quizá acabes así, de manera que terminas dándole conversación.
La música es buena, hacía tiempo que no ponían algo así. Es una pena que tu estado de ánimo no te permita bailar. Buscas ese brazo que como a los diecinueve te hace sentir segura. A diferencia de entonces, ahora hay dos brazos más y un pisito al que poder huir.
Te ves abriendo vidas ajenas delante del ordenador. Unas, adolescentes que te hacen recordar, quizá ellas son también raras en su mundo de descubrimientos. Otros a los que intentas poner nombres y formas de ser por las fotos. Quizá no le vuelvas a ver en tu vida, sólo intercambias música y palabras y de repente te ves preguntándote cuántas veces se habrá enamorado, si dormirá bien, por qué no sale más hombres que él en las fotos familiares, y si será tan cotilla como tú. Diariamente acudes a su pequeño viaje infinito para observar por un agujero que todo va bien. Escuece en tu silencio.
El sillón y tu vena voyeur te vuelve a atrapar y te ves viendo un video de un día feliz, y de nuevo fantaseando sobre vidas ajenas que unas horas se cruzaron contigo y que necesitan clases de inglés.
A pesar de las horas delante del ordenador, te ves incapaz de escribir y saber de aquellos que hacen la vida lejos de ti. Ni siquiera lo haces a los de 24 horas.
En la cama, te muerdes los dedos, luchas con el edredón, escribes esto, vuelves a Los subterraneos...cualquier cosa para no escribir mensajes sin parar por creer que eso te hará conciliar el sueño.
Sólo queda cerrar los ojos, concentrarse en la punta del pie y cruzar los dedos para que mañana no sea para tirar a la basura.
lunes, 5 de marzo de 2007
"Acciona"
NO TE SALVES
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
(M. Benedetti)
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
(M. Benedetti)
domingo, 4 de marzo de 2007
Un pequeño oasis en el desierto de estos días
Se llama Eduardo Mazo. Es Argentino, vive en Barcelona y vende sus libros en un puesto en las ramblas. Si alguien va, por favor que no dude en comprarme alguno.
www.eduardomazo.com
Alguna de sus joyitas:
Epigramas:
Te quiero tanto,
que sólo deseo
sufras la mitad de mis dolores.
Te prefiero puta
antes que nostálgica de otro hombre.
¿Sabes que hoy ha caido del andamio
un obrero de la construcción?
Nosotros
estábamos follando a esa hora.
Cuando regreses-no importa la fecha-
mi cama se acomodará a tu vejez.
La circunvalación del pasado
produce nudos en el futuro.
Te depilabas tanto
que tuve miedo de que desaparecieras.
¿Dónde esta amontonado
tánto tiempo perdido?
¡Exijo un ataúd con cenicero!
Te abandonaré en una isla desierta
para que me extrañes.
No regreses;
te necesito eterna.
Me dan náuses
cuando imagino
a un fascista haciendo el amor.
A veces dudo,
pero, no sé.
¡Uffff!
¡Me he salvado de la mortalidad infantil!
(Autorizado a vivir)
Poesía:
El gesto
Así, como el hecho natural de los entierros,
como el gesto común
de andar descalzo
y a medio tono,
me has dicho adiós.
Todo quedó, de pronto,
como un bosque de incendios castigad,
un eco de ademanes y besos pasionales
escarpó por mis hombros
y aprisionó la forma del instante
entre campanas rotas y sueños afilados.
Así,
decir adiós
y astillarme la vida en tus fragmentos.
www.eduardomazo.com
Alguna de sus joyitas:
Epigramas:
Te quiero tanto,
que sólo deseo
sufras la mitad de mis dolores.
Te prefiero puta
antes que nostálgica de otro hombre.
¿Sabes que hoy ha caido del andamio
un obrero de la construcción?
Nosotros
estábamos follando a esa hora.
Cuando regreses-no importa la fecha-
mi cama se acomodará a tu vejez.
La circunvalación del pasado
produce nudos en el futuro.
Te depilabas tanto
que tuve miedo de que desaparecieras.
¿Dónde esta amontonado
tánto tiempo perdido?
¡Exijo un ataúd con cenicero!
Te abandonaré en una isla desierta
para que me extrañes.
No regreses;
te necesito eterna.
Me dan náuses
cuando imagino
a un fascista haciendo el amor.
A veces dudo,
pero, no sé.
¡Uffff!
¡Me he salvado de la mortalidad infantil!
(Autorizado a vivir)
Poesía:
El gesto
Así, como el hecho natural de los entierros,
como el gesto común
de andar descalzo
y a medio tono,
me has dicho adiós.
Todo quedó, de pronto,
como un bosque de incendios castigad,
un eco de ademanes y besos pasionales
escarpó por mis hombros
y aprisionó la forma del instante
entre campanas rotas y sueños afilados.
Así,
decir adiós
y astillarme la vida en tus fragmentos.
Te escribiré un poema
Te escribiré un poema,
haré,
con cada palabra que descubra,
un infinito arco donde puedas
circular con tus angustias.
Te escribiré un poema,
y si te hiero,
búscate en la sangre
la inspiración que me provocas.
(Esa tregua, el amor)
Es sólo una selección, genial ¿verdad?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)