viernes, 1 de octubre de 2010

Barrio

Es curioso pero no pasa un día que no piense que quiero volver a escribir. Siempre me ha ayudado, me ha aclarado pensamientos, me ha canalizado dolores, me ha hecho sentir mejor. Les debo párrafos a ellas, con las que paso más tiempo del que imaginé. Me salvan días de autoestima por los suelos y me inyectan dosis de humildad. También a ella, que volvió a mi vida como un huracán, tal y como ha sido siempre y con tantos cambios que no tendría letras suficientes para explicar. Y a su padre, un auténtico fan que siempre reclama mis entradas. A él, no es que le deba, es que ha sido mi mayor inspirador, con su amistad sincera, sus llamadas rutinarias y tranquilas desde hace años, para recordarme que no siempre me rodeé de fatalistas. Les debo a todos los que han cambiado, para bien, para mal, pero que han conseguido que vea las cosas con más claridad. Le debo una entrada a la música, que me tiene preocupada con su insistencia en hacerme mal. La nostalgia ya no gusta, duele. A esta ciudad que me atrapa y me ata sin querer. Le debo a los de siempre, me gustaría encontrar las palabras exactas para quitarle el dolor a ella y no hay día que no querría explicarle a él lo cómplice que es. A ellos, después de todos y la vorágine de lo esperado; son los que quedan, los nuevos que no saben, a los que siempre quiero ver. Debería escribir sobre mi familia, la distancia hace valorar, ¡qué suerte tengo! A ellos, siempre tan lejos y tan cerca… siguen siendo las despedidas más dolorosas. A él, la cercanía, la rutina me hace olvidar que me salvó. Pero es mi compañero, es mi cabeza y es mi vida.
Pero hoy va para ti, Javi. Son muchos años. Parece que fue ayer cuando bailé contigo. Casi no te recuerdo en clase, tengo fotos pero no te sé reconocer. Hace tanto que entraste en mi vida sin yo querer.... Siempre en la distancia, siempre con intermediarios. Ahora te leo, te sigo y siento que quizá malgasté el tiempo, estabas ahí y no te veía. Te sentí en cada pared de Hortaleza, en cada frase de Mel. Y desde entonces te tengo en la cabeza, busco con avidez tus pensamientos, uno a esta edad ya elige, y esta vez no lo me lo quiero perder. Quiero cenas, y cañas, y bailes para recordar. Quiero leer tus artículos e identificarme. Él un día te metió en mi vida, y ahora, sí, ahora, le doy las gracias.

sábado, 20 de marzo de 2010

Con gran esfuerzo

Quizá es tu sombra que me sigue en silencio y me engancha sin remedio a tu barrio. O quizá es la ciudad, mía en sus carreteras, tiendas y bares, pero que se muestra dura como una piedra y no se deja patear. Quizá es la cercanía de todos y lo lejos que están. Tal vez son los nuevos, que nunca vieron el antes y que no reconocerían ni la mitad. Aunque seguramente es que ya no tengo la paz del insomne, y lo pago con él. Son todas las horas perdidas que sólo salvan ellas. La sensación de temporalidad. Seguramente es que el tiempo me ha adelantado y estoy tan cansada que no puedo correr. Son los cambios impredecibles y tan rápidos que no los puedo digerir y que impiden recrear el pasado, tal y como lo hacía ayer.
El caso, es que me he quedado seca de palabras.