Ya no fluyen las letras. "El país de las últimas cosas" me mira desde la mesa pidiendo ser crítica. Hace siglos que no voy al cine y ser partícipe de su revista me hace ilusión.
Soplo tartas con velas y espero llamadas que llegaron tarde o no llegaron. Mientras, un bombardeo de crisis, el tren bala, humo, cenizas, dinero, dinero, dinero...
Se va la luz y me quedo sin ventana al mundo. Miro mi agenda a la que no quiero añadir nombres. El cupo se llenó y ahora sin ellos no quiero mover un dedo.
Necesito una semana de oxígeno y nuevos proyectos. Tengo su paciencia. Quiero disfrutar de esto, hacerlo mío, porque sé que un día lo echaré de menos.
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