martes, 30 de diciembre de 2008

Madrid

No tenía ganas. Me resistía. Habían sido muchos meses de soledad. Volver sin él era un ejercicio difícil de entender, esta vez sí, para los que me rodean.
Me vi perdida, sin tiempo para retomar y sin ganas de resumir. El cambio esperado estaba delante y la ilusión de antaño se había esfumado a lo largo de diez mil kilómetros.

Pero un día me vi comprando el abono transporte. Me fui acomodando a merendar galletas de chocolate, cigarros y agradables conversaciones insperadas. Paseando por las tiendas de Fuencarral con gente de nueve horas a la fuerza. Tomando cañas los viernes. Jugando al ahorcado en clases eternas que tenía guardadas en el cajón de las pesadillas. Acogiendo gente en una casa con mi nombre en el llavero.
Todo sin quererlo.

Y después de miles de maletas, de horas en aviones, trenes, coche, autobuses... sin tiempo para escribir, pensar... tan sólo sueño y echarte de menos, por fin, una noche de insomnio que me hace recordar que ella se perdió en el camino y no sé cómo resolverlo. Que mis amigos se enamoran y me aterra no tener tiempo de verlo. Que ya no me manda mensajes ni comparte el insomnio, pero es inevitablemente la constante de mi vida, mi tercer hombre. Que a veces también un concierto, una fecha, un silencio o un recuerdo corta como una papel. Que tengo mucho viajes pendientes y miles de planes que no me caben en los dedos.
Para todo esto, te espero.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Primera noche, un mes después.

Escuece la distancia dejando un dolor dulce por la certeza de que no podemos ser mejores compañeros de viaje (viaje, irremediable futuro).

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Primera noche

He borrado más de 1 GB de mensajes. Tres años de recuerdos. Nueva vida también para mi móvil.

martes, 19 de agosto de 2008

Agosto, camino a la costa.

"Voy a seguir hasta encontar una parrilla en Dolores, no miraste bien en mis espejos retrovisores, ahora que pusiste el freno espero que encuentres algo bueno que morder, que morder"

EL DIA DE LA MUJER MUNDIAL (Andrés Calamaro)


martes, 13 de mayo de 2008

Mayo 2008

Ya no fluyen las letras. "El país de las últimas cosas" me mira desde la mesa pidiendo ser crítica. Hace siglos que no voy al cine y ser partícipe de su revista me hace ilusión.

Soplo tartas con velas y espero llamadas que llegaron tarde o no llegaron. Mientras, un bombardeo de crisis, el tren bala, humo, cenizas, dinero, dinero, dinero...

Se va la luz y me quedo sin ventana al mundo. Miro mi agenda a la que no quiero añadir nombres. El cupo se llenó y ahora sin ellos no quiero mover un dedo.

Necesito una semana de oxígeno y nuevos proyectos. Tengo su paciencia. Quiero disfrutar de esto, hacerlo mío, porque sé que un día lo echaré de menos.

viernes, 11 de abril de 2008

Música argentina

SERÁ

Yo no se todavía
lo que me hiciste sentir
es como la fiebre cuando quema
Si la nube que arrastrás
llegará a un sitio final
¿cuanto tiempo guardas un secreto?.
Será por ti
será por mi
será por todo lo que fuimos
hasta el amanecer.
Desde el monte que abrazo
caminos sin explorar
¿calmará la lluvia este desierto?
Con el alma en las manos
tratando de descubrir
¿que será de nuestro cuerpo alado?.
Será por ti
será por mi
será por todo lo que fuimos
será por todo lo que fuimos
será por todo lo que fuimos
hasta el amanecer.

Las Pelotas

miércoles, 26 de marzo de 2008

Paseo tratando de adivinar si se me notará en la cara, la ropa, los ademanes, si se me verá pinta de extranjera, de pasear sin prisa, sin estrés, sin carpeta ni portátil. Me siento a leer, pero levanto la cabeza de vez en cuando, me siento observada, o pierdo mi espacio vital y la seguridad de mi mano en el bolso.

Cansada de observar todo a lo que me voy acostumbrando, pienso en que harán unos y otros. En la hora, el sitio, y lo que echo de menos. Llegan noticias tristes que me hunden el alma durante horas, y otras alegres que se multiplican de ilusión por los kilómetros de distancia. Veo fotos, nuevas, que intenten reflejan algo de lo que estoy viviendo. Antiguas también, que presiden mi pared y mi ordenador. Mi vida en poco espacio.

Reclamo atenciones, pero la gente sigue el ritmo frenético, y yo voy dando pasitos en otro tiempo.

miércoles, 27 de febrero de 2008

Buenos Aires 2008

Cada noche agarra su silla, y vestido de un blanco impoluto toca su flauta. Tranquilo, no mira a nadie y con su pie de calcetín claro lleva el ritmo de unas notas casi inexistentes. La espesa barba impide ver si sonríe, ahí esta, ajeno a los gritos, al fétido olor de basura, a los cartoneros que se afanan en coger todo lo que pueden del mc donalds, a nosotros que cada día le miramos.
Son Mari y Alberto, ella italiana, él de aquí pero de padres tanos también. Viven de su quiosquito lleno de alfajores, chocolates y un número infinito de dulces a los que no puedo poner nombre. Su sueño es conocer sus orígenes, ahorrar plata para poder algún día viajar a Europa. Son una familia normal, que cada día me explican donde comprar carne y se ríen de mis expresiones españolas. Son legales y me dan confianza.
Íbamos con la música alta y fue al girar la cabeza que le vi. Como aquella escena del Sexto Sentido en el que al mirar por la ventanilla el protagonista veía a la chica de la bicicleta mirándole de pie. No debía de tener más de diez años, estaba sucio y metía la mano en el coche. La mezcla de sentimientos esta presente, te asustan, te dan pena, son sólo niños… con más calle que nadie, y a veces drogados.
Una familia, abuela rubia, madre rubia, hijas rubias, padre moreno. Todos vestidos de marca, las niñas parecían salidas de un catálogo de ropa. La madre, altiva, pone cara de impaciente y ordena a su marido con la mirada. Creí que eran españoles. Entonces les escuche hablar, argentinos, pero como si el inglés quisiera asomar. Así hablan aquí, sin oseas, pero con una patata en la boca. Fueron en comandita a recoger su pasaporte español, y con sus andares de dinero abandonaron el lugar.
Parecía peruana, boliviana. No la entendía al hablar, tenía las manos sucias de agarrar patatas y verdura. Parecía aburrida de estar en ese lugar. Cuatro veces intentó engañar. Metiendo la patata podrida en la bolsa, la lechuga que nadie quiere, la bolsa de carbón rota, en el cambio del dinero. Pelotuda.

Bienvenidos a Buenos Aires.

viernes, 1 de febrero de 2008

"Mi vida sin mí"


La perra no quería ir, y el adiós a mi piedra mágica fue en la distancia. Sólo quería ver mi pasado. Y aunque estaba oscuro y a Lua tampoco le hacía gracia, me adentré en aquel campo hasta poder verlo bien. La autovía estaba en medio pero aun así les pude observar. Primero le vi a él, era alto y guapo. Miraba hacia abajo reflejando timidez, pero al dirigirse a ella lo hacía decidido, clavando sus ojos y esbozando una sonrisa con aire canalla. Ella, bajita y con cierto aire pijo, posaba su mano en la rodilla de él, él hacía lo mismo acariciando el hueso saliente de su pierna, todo en completo silencio, quizá porque se estaban escondiendo detrás de un matorral, o quizá porque el silencio era la mejor forma de entenderse. Él parecía el chico malo de barrio, curtido ya en peleas y en chicas, duro pero capaz, si hace frío, de quitarse la cazadora para ponérsela a ella. Con menos vida y con la soltura del que no ha sufrido, ella, que presume subida en su moto de chico duro y se agarra a sus costillas para sentirse segura y protegida, ¡ay!, quien sabe si para toda la vida. Y el bolsillo de una sudadera roja les hace cómplices de una manos que se unen.
Me siento y me enciendo un cigarro mientras la perra decide esperarme lejos. Se nota que no saben nada el uno del otro. Por qué han sufrido, que les une y les separa, qué les saca de quicio, qué han hecho los últimos ocho años, qué sintieron aquel verano o si duermen bien. Se miran con la curiosidad del tiempo y la distancia. Con el cariño de la complicidad. Él abandonó su aire de barrio, y viste formal. Desprende madurez por cada uno de sus poros y sabe donde estar. Ella dejó atrás miedos y cobardías y parece menor. Los silencios se ven rotos con alcohol y con letras informáticas. No había nada que perder.
Siento el frío en la mano que sostiene el cigarro. Y el aire me impide hacer oes con golpes de mandíbula. Tengo el estómago revuelto y no soy capaz de ver a la perra. Decido levantarme y un ligero mareo me hace cerrar los ojos. Les veo, él guapo y apuesto, con su pajarita y su dolor de estómago. Le hubiera gustado morderse la lengua, quizá no haber ido, no haber pensado, no haber escuchado. Ella observa fotos de entonces e intenta adivinar que sucedió. Y por qué ahora. Es tarde.
Corro detrás de la perra, que decide volver a casa sin correa y al llegar a la puerta se sienta y me mira. Me agacho gritando hasta casi caer y las lágrimas asoman en mis ojos. No se conocen. Pero se echarán de menos, porque el reloj jamás les dio una oportunidad.

miércoles, 23 de enero de 2008

El día que empezó todo...


Mi prima aún esta alucinando, y el alto (Santiago) nunca contestó, él lo hizo, yo también y mira ahora...

martes, 8 de enero de 2008

Que se pare el mundo, sólo que se pare hasta el martes. Que dejen los planes de atacarme mientras duermo. Que no aparezcan citas pendientes, frases no dichas, futuro de nostalgia... Ahora yo y la intensidad a solas. Luego se verá. Párate, que esta vez no me bajo.