Uno se hace de lo que ha sentido y el miedo al vacío, al silencio, al no saber, aparece sin querer para luego salir corriendo. Ya no contestas sin pensar, te mides, cortas las puntitas de las alas y tienes siempre las zapatillas preparadas para correr.
Pero quizá consiga que esto sea diferente. A lo mejor necesitas las alas completas porque quieres volar y empiezas a ir descalza porque no te importa quedarte sola, de pie, quieta.
Sabes que tienes mucha suerte, hay gente que jamás vivirá ni siquiera una historia parecida de todas las que te han rodeado, de las que te rodean. Ya no eres una espectadora del cuento en el que te ves inmersa sin querer. Ahora quiero yo.
Pase lo que pase, lo conseguí. He vuelto a tener fuerzas.
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