Me dijeron que el otro día se te paró el mundo y tu corazón comenzó a avisarte de que quiere estar en otro cuerpo. Que te faltaba el aire y tenías miedo. Sé lo que es eso.
Ordenas por tamaños y colores creyendo que es sólo eso lo que puedes controlar. Pones parches y tiritas pensando que no te sabes curar.
Pero curas lo que tocas, desprendes salud al mira, al hablar. Tus ojos observan y saben y quieres con generosidad.
Tienes miedo al abandono, a no encontrar tu sitio. Pero quizás deberías gritar, correr aunque te duela, agarrar el tiempo lo que puedas, porque tú también te irás un día.
Un día, sí, te darás la vuelta y verás que todo lo que diste te es devuelto. El cosmos se equilibrará y te llegará un corazón rojo y potente como el tuyo, un amor que alcance casi dos metros, comprensión, más amistades con hilos de oro que tu tejes, un sitio de rey.
A ti sí que te toca ser feliz. Y yo espero verlo desde algún agujerito del mundo.